Me
siento a escribir empujada por la necesidad de expresar lo que siento ante la
brutalidad acontecida el domingo en mi querida Bolivia.
Soy
Carla Rutila Artes, hija de dos jóvenes revolucionarios veinteañeros que
partieron hacia Bolivia por sentirla
suya. Mi mamá, Graciela Rutila Artes amó, vivió, creció y estudió en
Bolivia desde los once años. Militó en las filas del ELN boliviano desde
jovencita, con el compromiso de buscar mejores días, en un país por y para
todos. Años más tarde es expulsada y con lágrimas en los ojos promete regresar,
tiempo más tarde conoce a mi padre, Enrique Lucas López un uruguayo
perteneciente a las filas de los antiguos Tupamaros del cual se enamora.
Yo
nazco el 28 de junio de 1975 en un contexto oscuro, pues nuestro continente
estaba lleno de gobiernos dictatoriales coordinados en lo tristemente conocido
como Plan Cóndor. Ese mismo año, los 3 juntos regresamos a Bolivia, la
actividad de mis padres era acompañar a la población más desfavorecida en la
lucha por la democracia. Estuvieron trabajando codo a codo con indígenas,
mineros y campesinos.
Mi
madre participó de una huelga minera como dirigente estudiantil, el día 2 de
abril de 1976 fuimos apresadas por
Fuerzas de Seguridad y llevadas al Departamento de Orden Político (DOP) de
Oruro, mamá fue brutalmente golpeada por agentes de seguridad, mientras yo, de tan sólo nueve meses de vida, también
era golpeada y privada del alimento indispensable. Con posterioridad, somos
trasladadas a La Paz
donde nos separan, ella es conducida a distintas dependencias del Ministerio
del Interior Boliviano, donde continuaría siendo torturada. Yo fui ingresada en
un orfelinato con nombre falso, N.N. eran mis siglas, que ya indicaban que
estaba condenada a desaparecer. Mamá es depositada en la cárcel de mujeres de
Viacha, la sacaron en varias ocasiones a verme al orfelinato, sobre todo cuando
veían que se les moría y sabían que al verme revivía. También fui llevada en
contadas ocasiones a sus sesiones de tortura, me desnudaban y ponían boca abajo
asida de los piecitos y golpeada también. El día 29 de agosto del año 1976
somos entregadas en la
Frontera Villazon –La Quiaca-, a las autoridades Argentinas en el marco
del Plan Cóndor. Todo está probado dado que existe el radiograma de dicha
entrega suscripto por el mismo Jefe del DOP. Mi padre fue asesinado el mismo
año en Cochabamba.
En
Argentina fuimos a parar al Centro Clandestino de Detención Automotores
Orletti, recuerdo la celda donde tenían a mi madre, era fría y húmeda. Hasta el
día de hoy siento el infinito amor que mi mamá me dio en esos pocos días que
pudimos estar juntas. Después vino un hombre y me separó de ella, hasta ahora
tengo su rostro grabado en mi memoria. Desde entonces mi madre está
desaparecida en la
Argentina. Mi suerte fue otra, fui apropiada por un agente
del servicio de inteligencia argentino y miembro activo de la Triple A (los mismos que
poco antes había asesinado al General Juan José Torres). Viviendo con él y su
familia, fui sometida a toda clase de daños, psicológicos, físicos y sexuales.
Apropiada, con un nombre que no era el mío y ocultada a mi verdadera familia.
Recién a mis nueve años logré mi libertad gracias a mi querida abuela, Matilde
Artes Company que me recupera después de
peregrinar por todo el mundo denunciando nuestra desaparición.
No
puede ni imaginarse señor Presidente Evo Morales, las cosas que he padecido a lo largo de mi
vida por la mala actuación de otros.
Pero, aun así, confío en la gente que como usted ha luchado y lucha por
los derechos humanos.
Me
creo con derecho de hablar, ya que si usted está sentado ahí es gracias a la
sangre derramada por los detenidos, torturados, secuestrados, desaparecidos y
asesinados de las múltiples dictaduras. Usted está ahí gracias al coraje del
pueblo boliviano y la gente de a pie,
los movimientos indígenas y sociales que confiaron en usted para
encabezar un cambio esperado y soñado durante largos años. Entre esa gente se encuentran mi padre y
madre, ellos señor Morales, lucharon para que una persona como usted esté
sentado en el sillón presidencial defendiendo la vida, a los más indefensos y a
la madre tierra. Realmente me ha
decepcionado saber que no hace uso de ese poder concedido como debería.
Es
doloroso Presidente Evo, que en democracia su gobierno haya optado por mandar
fuerzas policiales contra gente que creía en usted. Estoy enterada de que a la VIII marcha indígena se le
han requisado alimentos y agua, he observado cómo la gente ha sido maniatada,
amordazada y humillada, estoy enterada de la desaparición de niños que
escaparon ante la violenta represión a la marcha, ¿Qué les dirá a esas madres
que el día de hoy buscan a sus hijos desaparecidos?, ¿Qué podrá decirles a las
que hace décadas perdieron a sus hijos durante las dictaduras?
Pienso
señor Morales, que es hora de que comience a hacer justicia con todos nosotros, las víctimas del pasado y
presente. Es el estado boliviano el que
debe reparar tanto dolor y sufrimiento. Es hora de que se comience a remendar
errores porque es lo que la comunidad necesita. Demuestre una vez más que no nos
equivocamos eligiéndolo Presidente y otorgándole el pleno poder de cambiar las
cosas y encabezar un proceso de cambio a favor de los más necesitados, un país
por y para todos, un país como el que soñaron mis padres y muchos otros,
algunos ausentes y otros presentes todavía.
Por favor Presidente Evo, usted se colocó
la camiseta de Juicio y Castigo en Argentina hace pocos meses, le pido con la
confianza de una compañera que no permita que mi impune historia se vuelva a
repetir y castigue a los responsables de la represión a la marcha indígena. Tengo
la esperanza de que su liderazgo tantas veces probado reconduzca el proceso de cambio boliviano iniciando un diálogo con los marchistas indígenas que
encuentre una solución democrática para salvar el “Territorio Indígena Parque
Nacional Isiboro Sécure” y respetando la Nueva Constitución
Política del Estado Plurinacional de Bolivia, que tantas luchas y mártires nos
ha costado. Demuestre al mundo que Evo es el defensor de la madre
tierra, demuestre al mundo que es usted un defensor de la vida.
Desde
Buenos Aires, una víctima más del Plan Cóndor, sobreviviente al terror y defensora de la historia, la verdad y la
vida, que en estos momentos no puede permanecer callada.
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